viernes, 16 de julio de 2010

Mi Primera Carta De Amor

No sé realmente donde podría emprezar esta declaración. Tantas cosas vienen a mi mente y se amotinan como pájaros enjaulados... Una pregunta intrusa llega a mis pensamientos ¿Será tal vez que las acciones sean ya insuficientes y por ello tenga que aventurarme a escribir un epitafio sobre el amor? El destino te hará encontrar esta carta en el momento preciso, no escribo remitente ni escribo direcciones, solamente la verdad a veces cegada por el orgullo y otras cegada por el romanticismo que nos envuelve cual flama incinera brotes de papel.

Me declaro derrotada por tus encantos, me declaro ciega y prisionera de tus besos que llenan de éxtasis y fuego a esta pobre alma carcomida por el miedo de tenerte cerca y el horror de no verte más.

Aquellos días vividos y los que no hemos vivido aún. La curiosidad de saber a qué olería tu cuello cuando aspirara sus encantos, la timidez de tomar tu mano la primera vez que la ofreciste con devoción debajo de la mesa; cada cosa brillaba ante mis ojos y yo como polilla a la flama iba a quemarme junto a ti. ¡Y tú que pensabas que el amor era puro cliché adornado con estereotipos! Nunca llegaste a imaginar que nos volveríamos tan predecibles uno y otro, que podríamos complementarnos y hasta ponerle sello personal a cada gesto, a cada mirada y a cada roce de nuestros cuerpos...

Qué decir de los innumerables momentos en que nos envolvíamos en miradas coquetas, en besos inacabables, desde los más tiernos e inocentes hasta los más expertos, los más audaces, esos propios de los amantes que dejan a un lado la cordura y los modales, remplazados por un lenguaje duro y propio de dos almas que se unen, de dos cuerpos que se aman... El solo hecho de pensar en eso dibuja en mi rostro una sonrisa confortable y la pluma amenaza con abandonar mis dedos por los nervios que me aparecen en los nudillos.

Después de esto, ¿qué más habría que recordar? Seria bueno tal vez hablar de la primera vez que con nervios te enfrentaste a invitarme a recostarnos en los pastizales de aquél parque a encontrarle formas tontas a las nubes mientras sutílmente jugueteaba con tus dedos y tú con los míos. O cuando lloraste con frenesí en la oscuridad de tus silencios, implorando que no te encontrara y compartir tus miedos contigo. Fue ahí cuando comprendí tu dolor y cuando me di cuenta que eso era amor.

¿Crees que nos alcance el olvido? ¿Crees que alguna vez me mires y no sientas nada? ¿Crees que el destino sea tan mal perdedor que nos convenza algún día de que nunca estuvimos ahí y todo esto era pura pasión desordenada? Siempre he dicho que lo que más me gusta de ti es que conviertas la utopía en una realidad, encontrar nuevos caminos que transitar con nuevos ojos, saber que eres mejor amigo, alma gemela, amante incondicional y consejero vocacional. Que con un roze de tus manos calmes mis miedos y con un suspiro apagues mi fuego.

Hoy desnudo mi alma, desnudo mi corazón ante tus ojos para que lo tomes y lo ames tanto como amo yo que rompas la distancia que media entre mi cuerpo y tu silueta. Que te atrevas a cruzar el mar de besos por recibir un te quiero bien recompensado.

Estas letras solo forman oraciones, quizás hasta un verso... Tu nombre entre estas líneas y tu beso tatuado en mi corazón. Si te pidiera tus labios ¿me los darías? La pluma pide a gritos que la suelte, la mano se niega a seguir escribiendo para remplazar las letras por caricias en tu piel y para recorrer tu cuerpo con mis labios...

No firmaré esto con un te quiero, ni con un te amo...
Simplemente, sé mío por siempre.

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